Frances Ha
Título original: Frances Ha Año: 2012. Duración: 86 min. País: Estados Unidos. Director: Noah Baumbach. Guión: Noah Baumbach, Greta Gerwig Fotografía: Sam Levy (B&W) Reparto: Greta Gerwig, Mickey Sumner, Adam Driver, Michael Esper, Grace Gummer,Charlotte d'Amboise, Michael Zegen, Patrick Heusinger, Justine Lupe.
El impredecible capricho de la
distribución ha querido que dos películas de temática similar y rodadas en
blanco y negro hayan coincidido en cartelera en nuestro país: la americana Frances Ha y la alemana Oh Boy. La primera, dirigida por Noah
Baumbach; la segunda, por Jan Ole Gerster. Ambas, hablan del difícil proceso de
hacerse mayor. Dos retratos generacionales, especialmente el segundo por estar
localizada en una reconocible ciudad como Nueva York, que guardan estrecha
relación con el cine de Woody Allen.
Hay, no obstante, más similitudes
entre Oh Boy aparte del tono
cromático. Ese retrato de la juventud, de la duda existencial, los miedos, los
temores y las inseguridades, las preocupaciones y el desconsuelo por dar ese
salto al vacío que parece la vida adulta, esa incapacidad de adaptación planea
a lo largo de las dos películas. Es más, los protagonistas de ambas películas
se complementan, encajan y hasta podrían gustarse. Ambos afrontarán, con mayor
o menor atino, la crisis existencial que supone para ellos, como para muchos,
madurar, convertirse en adulto, dejar de ser joven.
Noah Baumbach compone en este
caso su obra más madura y certera hasta la fecha. Más ácida y sarcástica en la
escritura, Frances Ha es más próxima, tierna y emotiva que Una historia de Brooklyn y Greenberg,
y acaba siendo una auténtica declaración de intenciones hacia su musa,
coguionista, protagonista y pareja, Greta Gerwig, a la que entrega un papel
hecho a medida. Frances, desnortada e ingenua, busca con vehemencia su sitio en
el mundo, y soporta con asombrosa entereza y envidiable valor los palos que le
da la vida, de los cuales consigue recomponerse con un fortalecido optimismo.
No cae en la autocompasión ni en la deriva que pudieran causarle las
decepciones y los batacazos de la vida. Está aprendiendo a vivir pero da la
sensación de que es algo que ya conoce desde hace tiempo. Y ese proceso de
maduración y de aprender lo que es la vida acaba convirtiéndose en un agradable
y preciosista retrato generacional que
también aparece en Oh Boy.
Es este —de forma deliberada o no,
pero en cualquier caso evidente—, un homenaje al cine de la Nouvelle Vague, y
es también un tributo al cine del Woody Allen de los años 80. Empezando por la
elección de Nueva York como ciudad universalmente reconocible y admirable, por
el tratamiento del color y de la música —magistral Georges Deleure— y por la
aparente facilidad del realizador neoyorkino para transmitir y crear emociones.
De la dirección, lo más destacable es la afortunada capacidad de Noah Baumbach
para cortar el plano en el momento oportuno, consiguiendo así transmitir
exactamente lo que busca en todo momento —los miedos y las inseguridades de
Frances— sin caer en un excesivo dramatismo. Una radiografía optimista, pese a
todo, de esa etapa de indeterminación e inseguridad que es hacerse mayor. Un
recorrido por las desdichas de una joven que busca incansablemente su sitio en
el mundo, sus aciertos y sus errores, sus fracasos y sus éxitos que
determinarán quién será en el futuro. Una carrera de obstáculos, de constante
aprendizaje, de caer y levantarse, de, en definitiva, todo eso a lo que llaman (sobre)vivir.
Carlos Rico Hernández-Claveríe
Aún no he podido ver esta película y eso que me gusta mucho el cine de Noah Baumbach. No puedo discutirte, por tanto, los referentes que presentas, pero tu texto me transmite una idea clara de la película y me queda la impresión de que ahondas tanto en las maneras y el estilo de la película como en su sentido último.
ResponderEliminarun abrazo,
jordi