Blue Jasmine
Título original: Blue Jasmine Año: 2013 Duración: 98 minutos País: EE.UU. Género: Drama, Comedia Director: Woody Allen Guión: Woody Allen Música: Varios Fotografía: Javier Aguirresarobe Reparto: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Bobby Cannavale, Peter Sarsgaard, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, Andrew Dice Clay, Max Casella, Tammy Blanchard, Alden Ehrenreich
A
lo largo de los últimos años, Woody Allen nos ha acostumbrado a pequeñas obras
de honda amargura envueltas en los revestimientos de la comedia más ligera y,
en apariencia, sin pretensiones. Eran por lo tanto capsulas de disfrute rápido
que a menudo dejaban un poso de reflexión creciente, tejiendo profundos relatos acerca de las dinámicas pasionales
modernas sin parecerlo en absoluto. La película que precisamente abre esta
última etapa probablemente sea la excepción a la regla: Match Point (2005), parece nacer ya desde su propia concepción como
una obra conscientemente mayor, con un acabado narrativo más férreo, formalmente
más sobria que de costumbre, y donde lo que habitualmente en la filmografía del
neoyorquino se muestra de forma implícita aquí se vuelve explícito. Marcaba,
además, el principio del sedentarismo europeo al que el autor se ha visto
abocado económica y geográficamente durante casi una década, si bien es cierto
que con vueltas ocasionales a sus orígenes más puros (Si la cosa funciona, 2009 ).
Si
Match Point partía para tratar el arribismo social de la estructura y
de varios conceptos de un clásico literario como es Crimen y Castigo, ésta parte del famoso texto teatral de Tenessee
Williams, Un Tranvia Llamado Deseo. Como
Blanche Dubois, Jasmine (Cate Blanchett), se ha arruinado y no tiene donde
caerse muerta. Las dos emprenden un viaje hacia la pobreza y la locura que las
aleja del glamour del que tanto se vanagloriaban y del que tanto y tan
fatalmente les cuesta desprenderse aun cuando ambas acaban en la miseria
esperando infructuosamente a su príncipe azul mientras viven de prestado en el
piso obrero de la hermana y el cuñado (siempre embrutecido y primitivo,
catalizador de conflictos). Jasmine es una mujer que ha pertenecido, gracias a
su matrimonio con un multimillonario especulador inmobiliario, a la jet-set
neoyorquina y que ha construido toda su existencia en base a la apariencia y a la
cultura del lujo. Es caprichosa, egocéntrica y superficial, prefiere no ver los
más que evidentes negocios sucios de su esposo. Cuando todo estalle y éste sea
procesado por estafa, el gobierno les retirará todos sus bienes y riquezas
convirtiendo a Jasmine en víctima de la crisis que ella pasivamente y su marido
activamente han ayudado a crear. Pero Jasmine no llega en tranvía a su nueva
vida, llega en avión y en primera clase y ese no poder desembarazarse de su
vida pasada será lo que la conduzca hacia su marcada incapacidad para adaptarse
al mundo real y, eventualmente, hacia una locura decrépita anclada en la
añoranza estática de un universo de grandes edificios felizmente frecuentados
por la élite neoyorquina de la que antes ella era orgullosa integrante. Por
ello, la figura del príncipe azul que viene a salvarla se antoja imposible.
Porque nunca podrá renunciar a la apariencia y por lo tanto a la mentira.
Porque consecuentemente construirá cualquier nueva relación sobre un entramado
de falsedades que la hagan sentirse deseada no solo por su belleza sino también
por su pertenencia a un estrato social determinado. Está atrapada y descontextualizada
en un paisaje como el de la ciudad de San Francisco, tan extraño y poco
frecuente en Woody Allen, como el ambiente y los pretendientes (de escala
social ascendente, un obrero, un dentista y un aspirante a congresista), lo son
para Jasmine.
Ciertamente,
la película destaca por peculiaridades argumentales anómalas dentro de la
filmografía del director, desde su decisión de enclavar la historia en la crisis
económica actual dándole un barniz de cierta mirada social realmente inédita en
su obra según este tratamiento, hasta el
retrato y composición que hace de un grupo de personajes obreros raramente plasmados
en sus películas. Como Cate Blanchett, que realiza una interpretación de
antología, a menudo moviéndose en registros extremos o realizando transiciones
entre estados de ánimo opuestos con una brusquedad y precisión admirables, Blue Jasmine resulta una película sobria
y elegante, muy interesante a varios niveles, formalmente sin novedades aunque los planos secuencia tan característicos
en el cine de Allen (que los hay), hayan cedido paso a un montaje más convencional
basado en el plano-contraplano. Sin embargo hay en ella como en Match Point, esa intención de película
seria, de obra importante, quizá demasiado medida y que pierde la espontaneidad
desenfadada y humilde de obras
anteriores.
Aun
así, la sinceridad y potencia del plano final, su detenimiento en ese rostro triste, perdido y roto para
el que ya no queda esperanza alguna, supone un cierre prodigioso y bellísimo dentro
de la inmensa obra de este gran autor.
Miquel Zafra
Me encantan el segundo y el último párrafo de esta crítica: dices cosas muy lúcidas y muy valiosas en ellos. Le tengo, no obstante, cierta antipatía al tercer párrafo, porque creo que en él te detienes demasiado a explicar el argumento de la película y eso hace que tu argumentación acabe cargando con un sobrepeso prescindible. Es una manía personal, que muchas veces os pediré que seáis sintéticos, pero has hecho una crítica muy brillante, que entra en profundidad en la singularidad de esta película, discerniendo muy bien sus pros y sus contras.
ResponderEliminarun abrazo,
Jordi Costa