Cuestión de sensibilidad
La gran belleza (La grande bellezza). Año: 2013. Duración: 142 min. País: Italia.
Director: Paolo Sorrentino. Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello.
Reparto: Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Serena Grandi, Isabella
Ferrari, Giulia Di Quilio, Luca Marinelli, Giorgio Pasotti, Massimo Popolizio.
Productora: Coproducción Italia-Francia; Indigo Film / Medusa Film / Mediaset /
Pathé / France 2 Cinéma / Babe Film / Canal+
Existen cineastas creadores de un cine muy personal, con una voz y un
estilo propios que los hace inimitables. Basta ver unas pocas imágenes de
cualquiera de sus películas para identificarlos. El director italiano Paolo
Sorrentino, con tan sólo 6 películas en su haber, es un claro ejemplo de
autoría en el cine. Un cine que se aleja de lo convencional para acercarse a lo
insólito. Desde las peculiares historias que narra, los excéntricos y cínicos
personajes que nos muestra, hasta la forma de plasmarlo en imágenes a través de
un estilo barroco e histriónico que se mueve entre lo trascendente y lo
satírico.
Desde la reflexión sobre el éxito fácil en la Italia de bonanza de los '80
de "L'uomo in più" (2001), pasando por el existencialismo poético de
la inclasificable "Las consecuencias del amor" (2004), la felliniana
"El amigo de la familia" (2006) o el brillante y espeluznante retrato
de Giulio Andreotti de "Il divo" (2008), hasta llegar a la película
que nos ocupa, "La gran belleza" (2013), Sorrentino nos plantea
tragicomedias matizadas por una fina capa de poesía, tristeza y melancolía que
componen un puzzle irónico y mordiente sobre la Italia contemporánea. Una única
película no transcurre en Italia, "Un lugar donde quedarse" (2011),
excéntrica mezcla de tragicomedia y road movie que se mueve entre Irlanda y la
América profunda para entrelazar el Holocausto con la historia de un peculiar
rockero retirado. Sorrentino en estado puro.
"La Gran Belleza", arranca con una de las mejores fiestas que se
hayan rodado en el cine. En un impresionante ático junto al Coliseo de Roma,
contemplamos hipnotizados una psicodélica fiesta de cumpleaños habitada por una
especie de parada de los monstruos, una celebración de la vulgaridad
berlusconiana. De pronto, la cámara se detiene y nos presenta al protagonista.
Es Jep Gambardella, en la celebración de su 65 cumpleaños, periodista de
profesión, un dandi a la antigua usanza entregado a los placeres de la vida pero
dominado por la decepción y la melancolía ante el mundo que le rodea. A partir
de ese momento, pasaremos a contemplar el viaje de este "rey de los
mundanos" por el verano de Roma a través de fastuosos palacios y villas, y
sus vacuas relaciones con nobles decadentes, patéticos burgueses o artistas e
intelectuales desnortados.
Es la historia de un hombre, Jep Gambardella, como él mismo se define,
destinado a la sensibilidad, destinado a convertirse en escritor. En su
juventud escribió una única novela y no volvió a escribir. También en un
momento mágico, descubrió la pureza del amor. Y esas dos reminiscencias de
juventud que dieron sentido a su vida y revive en soledad, le acompañan ahora
de forma melancólica. Para darle vida, un inmenso Toni Servillo que, junto
con su memorable creación de Giulio Andreotti en "Il Divo" (2008),
hace el papel de su vida. Pero la película también es la historia de una
ciudad, Roma, desde su esplendor a su decadencia y superficialidad.
Excesiva, provocadora, lúcida, un aroma felliniano de magia y fantasía, con
la inevitable referencia de "La dolce vita" (1960), recorre la
película. Y así, navega en una dicotomía constante entre la vida y la muerte,
la belleza y la decadencia, el placer y el dolor. Y la conclusión de
que en un mundo cada vez más vulgar y mediocre, el sentimiento, la
emoción están sepultadas por el ruido, y por consiguiente, la
decepción y resignación que lleva consigo la búsqueda de la pureza,
de la gran belleza. A cambio, Sorrentino nos ofrece el placer de
contemplar imágenes fascinantes a través de un majestuoso terremoto estético
que impregna toda la película. Porque los demacrados, caprichosos destellos de
belleza están ahí. Es cuestión de descubrirlos. Es cuestión de sensibilidad.
Sergio Zamora Sainz-Ezquerra
Has hecho un perfecto resumen del estilo sorrentiniano. Me ha gustado mucho el repaso a su filmografía, aunque yo no veo tan felliniana "L'amico di famiglia". "La gran belleza" me parece una película brillante y enérgica, pero lo que me molesta de ella es ese permanente pulso que quiere mantener con "La dolce vita": no es tanto un homenaje, como la pretensión de librar un pulso con el maestro, creo.
ResponderEliminarCuriosamente, en muchas críticas he visto el mismo error: la fiesta del comienzo no ocurre en el ático de Jep Gambardella, sino en una discoteca. El ático de Gambardella es precioso, pero no es tan grande, caramba.
Cuando hablas del personaje de Jep creo que adoptas una mirada demasiado amable: hablas de la melancolía y la sensibilidad (que, por supuesto, están ahí), pero creo que olvidas mencionar el cinismo, que es el elemento que hace que el personaje resulte tantas veces antipático. De todas maneras, has escrito una muy buena crítica sobre "La gran belleza".
un abrazo,
Jordi Costa