lunes, 7 de abril de 2014

Castillos de arena

Edificio España
Título: Edificio España. Año: 2012. Duración: 94 min. País: España Género: Documental. Dirección: Víctor Moreno. Guión: Víctor Moreno. Fotografía: Víctor Moreno. Reparto: Documental.



Mientras varios escuadrones de trabajo, que en total suman más de doscientos obreros, desmontan y derriban el interior del Edificio España hasta dejarlo en su esqueleto, una memoria, silenciosa y triste, permanece mientras puede en la superficie de las paredes de aquel pretendido símbolo de la prosperidad franquista. Obreros de distintas etnias y culturas realizan la tarea que antecede a una reforma que nunca llegará, tarea que para la mayoría supondrá la última en mucho tiempo, pues la crisis económica está por implosionar (la obra se inicia en 2007), y tras el desmantelamiento del edificio casi todos los trabajadores, según nos dicen, entrarán a  engrosar la cola del paro. 

He ahí las dos tesis principales que maneja este documental: por un lado el retrato, más o menos pobre, de una colectividad, espejo de la sociedad globalizada, que derriba con indiferencia una catedral de memoria y fantasmas; por otro, el más sugestivo, la denuncia y metáfora de una situación crítica, la actual, en la que lo económico, factor que rige toda la realidad, ha colapsado.  Es muy posible que el director Víctor Moreno empezara el proyecto y lo grabara con una idea en la cabeza y lo montara con otra o, al menos, con significativas variaciones conceptuales.  De esta forma, del retrato inicial de una moderna Torre de Babel, emerge la metáfora de la crisis representada por un edificio cuyos planes de reforma por parte del Banco Santander (entidad propietaria que, por cierto, mantuvo a la película que nos ocupa en el limbo de la distribución y de la exhibición durante varios años), quedaron en agua de borrajas tras la crisis. Para potenciar esta interpretación –dentro de un film poroso y lleno de posibles conclusiones- Moreno introduce en el montaje un off de Zapatero hablando del inminente crecimiento económico o de la creación de nuevos puestos de trabajo. Todo en flagrante contraste con la realidad actual, el estado laboral de los obreros que participaron y el cascarón vacío en el que se ha convertido el emblemático edificio madrileño. En este sentido, el testimonio propuesto resulta desolador y pertinente, pero es en lo que parece la intencionalidad primera donde el film quizá se quede corto. Esa radiografía de la sociedad global representada por todos esos obreros de procedencias diversas queda insinuada pero en absoluto se extrae de ellos toda la fuerza y profundidad que un retrato de estas características se plantea conseguir (algo a lo que sí llegaba con bellísimos resultados la obra de José Luís Guerín de 2001 En Construcción). Los trabajadores están ahí pero más como saqueadores inconscientes de una memoria mortecina (los restos de la gente que vivió en sus viviendas, que trabajó en sus oficinas, o que comió en su restaurante), o como metáfora de una situación social determinada (expresada brillantemente pues casi toda la película es una sucesión de paredes destruidas, suelos levantados y cascotes expulsados que por su reiteración acaban construyendo la idea más valiosa del film, idea o símbolo acerca del nefasto estado de España).


Moreno imprime al metraje un ritmo irregular, con claros altibajos de interés, que va desde la fascinación estética (planos que extraen esa belleza de lo feo tan presente en la pared desnuda a medio destruir), y argumental (algunos personajes interesantes pero quizá desaprovechados), hasta, en ocasiones, cierto sentido de la imagen y del tempo algo deslavazados. Hay momentos con tensión y dramatismo que sin embargo no terminan de encajar en una historia que al final parece ir por otros derroteros. La escena que funciona de clímax, que resulta desaprovechada, tierna y algo impostada, y en la que se asiste a la partida definitiva del último (suponemos), residente de la torre, es buen ejemplo de ello. Aun así, la metáfora acerca de la crisis, el despiece de la economía de un país y el tipo de burbujas que ayudaron a provocarlo resulta brillante: un edificio que hoy es pura fachada mientras su interior queda derruido y polvoriento, procesado y transformado en montículos de arena cada vez más altos. Algo que ver, al menos, con el estado genérico de la nación que lo alberga. 

Miquel Zafra

1 comentario:

  1. No había leído hasta ahora ninguna crítica que planteara serias objeciones a la película como las que tu planteas. No he podido ver "Edificio España", pero es un placer leer tu texto y ver la película a través de tu mirada, que no sólo detecta las fortalezas, sino también las debilidades de la construcción. Un texto estupendo y, sobre todo, muy razonado y templado a la hora de enfrentarse a esos puntos débiles.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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