domingo, 20 de abril de 2014



Teatralidad sexual

La Venus de las pieles (La vénus a la fourrure). Año: 2013. Duración: 96 min. País: Francia. Director: Roman Polansky. Guión: Roman Polansky, David Ives (Obra: David Ives). Reparto: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner. Productora: R.P. Productions / Les Films Alain Sarde




Con una longeva carrera que comenzó a inicios de los años '60, Roman Polanski, es, sin duda, uno de los grandes directores de cine de los últimos tiempos, autor de una gran obra cinematográfica que cuenta con obras maestras como "La semilla del diablo" (1968), "Chinatown" (1974) o "El pianista" (2001). Una prolífica obra que ha tocado todo tipo de géneros: terror, drama psicológico, suspense, cine negro o comedia. En todos ellos, siempre se ha manejado en universos obsesivos, donde elementos como la seducción y la perversión discurren en atmósferas opresivas y claustrofóbicas. 

"La Venus de las pieles" es una novela decimonónica del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch, obra basada en la experiencia real del escritor que narra su peculiar relación amorosa con la escritora Fanny von Pistor con quién firmó un contrato para convertirse en su esclavo durante seis meses, y así materializar sus más íntimas fantasías eróticas. Es la más conocida de sus novelas, y la que ha vinculado el nombre de Masoch al masoquismo, pero más allá de esto, se trata de una importante obra para ahondar en los abismos de la sensualidad y el deseo humanos.

El dramaturgo estadounidense David Ives en el año 2010 se inspiró en la obra de Sacher-Masoch para escribir una obra de teatro estrenada en Broadway en 2011 y que se convirtió en una de las más aclamadas de los últimos años. Polanski, un par de años después, tomando como origen la obra teatral, y con la ayuda del propio Ives para el guión, ha realizado la adaptación cinematográfica, una obra que parece hecha a medida de las obsesiones del director polaco.

La película comienza con la cámara avanzando por un arbolado paseo parisino en un día lluvioso acompañada por una música inquietante. La cámara se detiene ante un teatro antiguo y decadente y nos adentramos en él. Después de un largo día de audiciones a actrices para la obra "La venus de las pieles", el director, Thomas Novachek (Mathieu Amalric) está desesperado ante la mediocridad de las candidatas. En ese momento, aparece la actriz Vanda Jourdain (Emmanuelle Seigner). Es vulgar, inculta, descarada, todo lo que el director detesta. Sin embargo, le da una oportunidad y en cuanto comienza a recitar el texto se queda fascinado ante su transformación en una mujer sensual, elegante, perversa. A partir de ese momento, contemplaremos con el teatro como único testigo, a un director y una actriz desplegar un fascinante juego sexual entre la realidad y la ficción.

Roman Polanski en esta película vuelve a muchos de sus territorios comunes donde su talento narrativo y visual brilla: las adaptaciones teatrales (como ya ocurría con "Macbeth" (1971), "La muerte y la doncella" (1994) o "Un dios salvaje" (2011)), los espacios únicos, cerrados y claustrofóbicos (como el barco de "El cuchillo en el agua" (1962), el apartamento de "Repulsión" (1965) o el edificio de "La semilla del diablo" (1968)) o su mirada inquietante ante la sexualidad y el deseo (como "Callejón sin salida" (1966) o "Lunas de hiel" (1992)). 

Acompañado por sus dos actores, excelentes Mathieu Amalric y sobre todo, Emmanuelle Seigner, y por la inquietante música de Alexandre Desplat, Polanski rastrea, con su malicioso sentido del humor, los límites de la seducción, la dominación y la perversión en un pulso entre lo masculino y lo femenino, el amo y el esclavo, el director y el actor. Todo un compendio de elementos que dan como resultado una extraordinaria película. Fascinante, perturbadora, obsesiva, opresiva. Polanski en estado puro.

Sergio Zamora Sainz-Ezquerra



1 comentario:

  1. Muy buen texto, Sergio, pero quizá hecho de menos algún apunte sobre cómo este material parece haber servido a Polanski para proponer algo parecido a un autorretrato no demasiado favorecedor.

    un abrazo,

    Jordi Costa

    ResponderEliminar