lunes, 24 de marzo de 2014

Amor en tiempos futuros

Her
Título: Her. Año: 2013. Duración: 126 min. País: EEUU Género: Ciencia Ficción, Romance, Drama, Comedia. Dirección: Spike Jonze. Guión: Spike Jonze. Música: Arcade Fire, Owen Pallett. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Katherine Boecher, Alia Janine, Matt Letscher. 


Algunos cineastas norteamericanos aparecidos en la década de los noventa, han manifestado un interés común y una afinidad compartida en retratar la soledad, el vacío y el amor de una manera melancólica pero otorgando a la imagen un aspecto suave, ligero y aterciopelado, con un cromatismo muy cuidado (que puede ir de la densidad y la saturación de unos a los tonos pastel de otros), con planos tan finos como el papel y una estética oxigenada. Sofia Coppola y su Lost in translation (2003), Paul Thomas Anderson y su Punch-Drunk Love (2002), o el mismo Spike Jonze en su mediometraje I´m Here (2010). También la sensibilidad de Wes Anderson entronca, en ciertos aspectos, con la de Jonze. Todos ellos han utilizado moldes genéricos clásicos como el de la película romántica (cómica o dramática), para darles la vuelta, otorgarles un marchamo de intertextualidad autoconsciente para con el resto de la historia del cine y, a menudo, hablar de otras cosas, siempre con esos looks que tanto se relacionan con la posmodernidad o su final.   

De ahí surge Her, una comedia dramática romántica pero también una distopía, aunque lejos de la arquitectura común que casi siempre construyen las distopías futuristas, ya que Spike Jonze utiliza la melancolía, el intimismo y el amor, en sustitución del tono fatalista y la opresión narrativa propios de estos contextos de la ficción. Theodore (un tierno y bigotudo Joaquin Phoenix, sin atisbo de histrionismos interiores), vive en una ciudad que no es ninguna y que son varias a la vez, donde la sociedad parece dormida bajo la capa de confort y atenciones que la tecnología y lo virtual se encargan de copar. La comunicación humana se apaga progresivamente (Theodore trabaja en una empresa que fabrica cartas afectivas para terceros), pero lo humano encuentra inéditas vías para expresarse a través de nuevas formas de interactuar con las inteligencias artificiales. El personaje de Phoenix es un hombre melancólico, un sentimental que añora la relación que mantuvo con el amor de su vida, ahora rota. Sustituirá el vacío vital que le domina adquiriendo un sistema operativo de última generación, de nombre Samantha  (la voz sexy, grave y voluptuosa de Scarlett Johansson), básicamente una conciencia con la facultad de ensanchar sus conocimientos -y su capacidad de amar- hasta el infinito. Es la primera vez que Jonze firma en solitario el guión de una de sus obras, pero sus preocupaciones por el vacío del inadaptado y las fugas que emprende para soportarlo se mantienen. Así, Theodore se emparenta con el marionetista de Cómo ser John Malkovich (1999), y su huida hacia cerebro ajeno; con el guionista con principios de Adaptation (2002), y su desdoblamiento en el antitético hermano gemelo; o con el niño de Donde viven los monstruos (2009), y su escapista y desenfrenada travesía al país de las criaturas que pueblan su imaginación. Como ellos, no está cómodo con lo que le ha tocado vivir y como ellos se vuelca y entrega al máximo en su fuga, sólo para al final salir de ella o fracasar. Tanto es así que la historia de amor vivida por Theodore y Samantha, aun con el humor y, en ocasiones, la ligereza con que está planteada, a quien esto firma le parece una de las más bellas y dolorosas que ha visto en muchos años. Y aunque su estructura sea clásica e inviolable en cuanto a las partes que han de componer una narración romántica, esto contrasta con la propia representación del amor, en la que existe sólo un cuerpo en solitario sin su contrapartida física. Destaca a este respecto la escena en la que ambos amantes mantienen su primera relación sexual, pasando del rostro pletórico del hombre al off de sus voces frenéticas y entregadas en pantalla en negro. La palabra y el diálogo se revelan como preservadores y, por lo tanto, salvadores de la humanidad del Ser Humano.    

La estética de la película es reconfortante y mullida, de línea clara y rosada, tanto como el estado de enamoramiento en el que se encuentra el protagonista. Los colores bailan y se mezclan con las texturas sonoras y las bellas canciones que Samantha va componiendo a modo de instantáneas fotográficas en los momentos que pasan juntos. La precisa y elegante planificación de Jonze se detiene brillantemente en planos fijos de Phoenix mientras habla con ella, planos de los que extrae una rara verdad, una rara belleza. El director trenza un film hermano de muchos otros realizados por sus compañeros de generación, que respira el mismo aire y la misma calidez e inocencia en el formato de su mirada. También podría ser una versión colorista y positiva de alguno de los televisivos Black Mirrors de Charlie Brooker (2011-2013) o la película que Malick, si tuviera talento para el humor, podría haber hecho en un mundo paralelo.

Miquel Zafra

3 comentarios:

  1. Me gusta muchísimo esta crítica. Miquel. Destaco la manera en que desvelas una lógica interna en la filmografía de Jonze y tu análisis del estilo específico de esta película, con la atención que prestas al tratamiento de esa escena de sexo. No obstante, hay algo muy particular en la naturaleza de esta película que hace que me resulte raro el empleo del término distopia. Es cierto que el tema de la soledad está ahí y que la historia de amor no se contempla como algo patológico, sino como algo posible que los espectadores podemos entender, pero ten en cuenta que el oficio de Theodore, aunque sus herramientas son tecnológicas, no tiene nada que ver con una deshumanización derivada de la tecnología: de hecho, el de "escribidor de cartas ajenas" es un oficio antiguo y quizá lo que está queriendo decir Jonze ahí es que esa melancolía y esa soledad las lleva incorporadas el ser humano "de fábrica".

    un abrazo,
    jordi

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  2. Sí, ahí no he estado muy fino. Reconozco que experimenté ciertos problemas a la hora de comprender plenamente lo que Jonze nos quería comunicar. Lo de las cartas es totalmente cierto, sin ir más lejos, el personaje de Florentino en El amor en los tiempos del cólera se dedica a ello. Por alguna razón no asocié y sí malinterpreté.
    Gracias, como siempre, por la corrección.

    Un abrazo.
    Miquel

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  3. Sí, ahí no he estado muy fino. Reconozco que experimenté ciertos problemas a la hora de comprender plenamente lo que Jonze nos quería comunicar. Lo de las cartas es totalmente cierto, sin ir más lejos, el personaje de Florentino en El amor en los tiempos del cólera se dedica a ello. Por alguna razón no asocié y sí malinterpreté.
    Gracias, como siempre, por la corrección.

    Un abrazo.
    Miquel

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