domingo, 16 de marzo de 2014

La Dieta del Peso de la Historia




Emperador

Título original: Emperor Año: 2012 Nacionalidad: USA Duración: 105 min Dirección: Peter Webber Guión: Vera Blasi y David Klass según el libro "His Majesty´s Salvation" de Shiro Okamoto Fotografía: Stuart Dryborgh Intérpretes: Matthew Fox, Tommy Lee Jones, Eriko Hatsune, Toshiyo Nishida, Masayoshi Haneda, Kaori Momoi, Colin Moy.

El Sol Naciente ardió desde su núcleo hasta su límite, y ahora, llama moribunda, se debatía a merced del furioso viento atómico del oeste; una nación se extinguía junto con su orgullo milenario. Cuando todavía humeaban las ruinas de Tokio y la bandera Hinomaru no era más que una mortaja que cubría la piel tiznada de todo un imperio, el Ejército Aliado con Douglas MacArthur al frente desembarcó en Japón. El Comandante Supremo debía pacificar de forma completa y definitiva todo el territorio nipón y trazar a la vez el destino futuro de la nación japonesa. El 30 de agosto de 1945 MacArthur puso manos a la obra. Se decretaron leyes estrictas que afectaban tanto a los ciudadanos como al personal aliado desplegado en el país; eso convertía a MacArthur en un dictador de facto, en el nuevo emperador. A continuación, se abrieron las investigaciones sobre los crímenes de guerra perpetrados por los japoneses. Esta película relata parte de esa investigación centrándose mayoritariamente en la línea que afectaba al papel que jugó el emperador Hirohito en aquellos hechos. Si se acababa demostrando su implicación, tanto en las decisiones militares como en la larga lista de crímenes, si su poder era real y no sólo ceremonial, si gobernaba en la sombra, el Emperador sería juzgado como cualquier otro de sus súbditos por un tribunal designado por el Ejército Aliado. En caso de encontrársele culpable y a pesar de su estatuto de dios, acabaría colgado en la horca.


Emperador, la película, se centra en el periplo del General Bonner Fellers (Matthew Fox): estrecho colaborador de MacArthur y especializado en temas japoneses, a quien le fue encomendada la dirección de la investigación para dilucidar la culpabilidad o no culpabilidad del Emperador. Y este es el problema básico del film. Al centrarse en este personaje, la película desaprovecha la enorme y apasionante figura de un General MacArthur que nunca ha sido demasiado bien aprovechado en el cine –recordemos el fallido biopic épico de 1977 protagonizado por Gregory Peck- y desperdicia al actor (Tommy Lee Jones) que lo encarna en esta ocasión. La narración prefiere quedarse en una intriga digresiva y letárgica -y en un limitado y poco convincente Matthew Fox- a la que se le yuxtapone un asunto romántico de inconsistencia melodramática rodado echando mano del mayor catálogo de clichés disponible. Próxima a esas ficciones historicistas que alegran los shares y saturan la memoria de coquetos e-books, más cercana en intenciones al cine bélico de rancio tufo y abolengo y al tratamiento Reader’s Digest de los eventos históricos. “Bien hecha”; absolutamente ausente de inventiva visual. Dócilmente académica, Emperador desvía tanto la atención de lo que un espectador medianamente inquieto querría ver para dar lo que –supuestamente- el “público” pide que, cuando quiere corregir finalmente esa distracción, lo hace sin brío y demasiado tarde (a pesar de que lo más interesante y lo que origina y da razón de ser al resto del relato -la aparición del propio Emperador y su decisivo encuentro con MacArthur- se encuentra precisamente al final): la producción, llevando al extremo el espíritu samurai tradicional se practica el seppuku desde el primer minuto hasta el último, y nos vemos obligados a contemplar una agonía que no habíamos pagado. 


No se desvela a cuál de los dos emperadores se refiere el título: si al representante de una institución arcaica y hermética de carácter sagrado, o bien a aquel convencido personalmente de que su nombramiento como Comandante Supremo también tenía un sagrado origen. Ese es el único misterio o la única interpretación de cierto interés –y es un interés ajustado al campo de la especulación retórica- que deja este film de Peter Webber quien, por lo demás, parece que seguirá buscando rimar el (cada vez más lejano) éxito de La joven de la perla en artefactos seudohistóricos de cuché apergaminado que todo el mundo desee recomendar efusivamente a la hora del té.

                                                                                                                             
                                                                                                                       Jose Antonio Montero.    


1 comentario:

  1. Hola, José Antonio: Me gustan mucho el final de la crítica y también la manera en que aplicas el concepto de seppuku a las insuficiencias de este proyecto, pero creo que, al comienzo de la crítica, has sobrecargado algo el texto de expresión lírica. Es llamativo el arranque, pero creo que el texto no tarda en equilibrarse en otro registro y eso hace que esas primeras frases me resulten un poco extrañas en este contexto.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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