lunes, 17 de marzo de 2014

Homenaje a la derrota


Oh Boy

Título original: Oh Boy Año: 2012. Duración: 85 min. País: Alemania. Director: Jan Ole Gerster. Guión: Jan Ole Gerster Fotografía: Philipp Kirsamer (B&W) Música: The Major Minors, Cherilyn MacNeil Reparto: Tom Schilling, Marc Hosemann, Friederike Kempter, Justus von Dohnányi, Michael Gwisdek, Katharina Schüttler, Arnd Klawitter, Martin Brambach, Andreas Schröders,Ulrich Noethen, Frederick Lau, Steffen C. Jürgens Productora: Schiwago Film / Chromosom Filmproduktion / Hessischer Rundfunk (HR) / ARTE.


Encontrar un sitio en el mundo no es tarea sencilla. Qué rumbo tomar, qué elegir en cada momento es algo que nadie nos enseña y que sólo se adquiere a base de ensayo-error. Cada decisión, cada experiencia, cada cambio, cuentan. Estas minucias en forma de preguntas que nos hacemos a diario determinan en realidad quienes somos. Ese camino que construimos —y que con mayor o menor atino solucionamos tarde o temprano— es el que sigue recorriendo Niko Fisher diariamente y esas preguntas son las que plantea Oh Boy, celebrada película alemana de la que es protagonista. En una sociedad como la actual en la que sólo parece haber lugar para el éxito, las circunstancias evidencian un cambio de tendencia hacia una llamada ‘generación perdida’ llena de gente como Niko Fisher.

Este viaje hacia ninguna parte por las calles de Berlin, arriesgado ejercicio de estilo y ópera prima de Jan Ole Gerster, narra el periplo de un joven cerca de la treintena que todavía no ha encontrado su lugar en el mundo. Un elogio del otro, del derrotado, del silenciado, del fracasado, del que no interesa, del perdedor. Pasaremos 24 horas de una agotadora jornada en la vida del joven que servirá como resumen de su existencia: durante esas horas se encontrará con personajes que representarán sus frustraciones, opciones y oposiciones vitales, aquellas que le han llevado a ser quién es y por las que todavía se encuentra a la deriva. Niko Fisher, el desnortado soñador, taciturno veinteañero sin rumbo, y parece que sin solución aparente, mantiene, pese a todo, la esperanza de encontrar su sitio algún día.

Su novia se ha cansado de él, su padre ha descubierto sus engaños y definitivamente reniega de él, su psicólogo le acaba de catalogar como inestable, y la taza de café que ansía desde primera hora de la mañana se le resiste. Esa taza servirá como leitmotiv y elemento simbólico sobre el que girará parte de la trama, igual que el gato Ulises de A propósito de Llewyn Davis —con la que comparte protagonista nómada y la idea de homenajear la derrota y al derrotado—. Su periplo por las calles de Berlín, rodado en un poético y melancólico blanco y negro —ese que, para disgusto de las majors norteamericanas tan vivo está últimamente—, y con una inteligente utilización de ritmos jazz de fondo, recordará en gran medida al cine de la nouvelle vague, particularmente de Truffaut, y al de otros realizadores ajenos a esta corriente como Jarmusch —especialmente su primera etapa— o Woody Allen. El viaje sin rumbo de un antihéroe cualquiera en tono de tragicomedia que parte de una premisa clara: encontrar tu sitio en el mundo para encontrarte a ti mismo. Y viceversa.


Carlos Rico Hernández-Claveríe

1 comentario:

  1. Hola, Carlos:

    Impecable crítica, Carlos. Ha quedado muy estratégicamente colocado ese último párrafo en el que desvelas la forma de la película y propones algunas posibles referencias.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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