lunes, 6 de enero de 2014

Cine que no envejece


A propósito de Llewyn Davis

Tïtulo original: Inside Llewyn Davis Año: 2014 Nacionalidad: Estados Unidos Duración: 105 min Dirección: Joel Coen, Ethan Coen Guión: Joel Coen, Ethan Coen (Libro dave van Ronk) Fotografía: Bruno Delbonnel Música: Varios Intérpretes: Oscar IsaacCarey MulliganJohn GoodmanGarrett HedlundJustin TimberlakeF. Murray AbrahamAdam DriverRicardo CoderoAlex KarpovskyMax Casella,Ethan PhillipsStark SandsJerry Grayson.

Si algo podemos sacar en claro de la prolífica carrera de los hermanos Coen, además de su indiscutible talento para contar historias, es su sorprendente capacidad e inteligencia para construirlas a partir de un relato aparentemente inocuo, banal, y nada llamativo. Poco importa que la historia provenga de un cuento, una novela, una creación propia o  que sea, simple y llanamente, ficción, pues consiguen con aparente normalidad atraer la atención del más escéptico. En este caso, partiendo de la historia de un músico del Nueva York de los 60, construyen un magnífico biopic sobre la derrota, un melancólico relato con el que homenajean al fracasado. Un homérico elogio a los que no consiguieron triunfar en aquella época convulsa.

Un sello inconfundible en el cine de los hermanos más famosos de Minnesotta es su interés por retratar la derrota, el fracaso, la decadencia. Lo más sensato para cualquier otro director hubiera sido construir un relato sobre el éxito y la repercusión de los artistas posteriores a esta década, como Dylan. Pero las historias de éxito no van con los Coen.  Ellos prefieren contarnos la escena folk más incómoda y desconocida, la de Dave Van Ronk, un nómada de la música, un buscavidas talentoso y purista, que no tiene donde caerse muerto, para el que la autenticidad y el amor por un género musical primaba sobre el éxito y el dinero.

Ese amor al fracaso es inherente, decía, a su obra, al ADN de su cine y a la forma de entender este arte. Poco importa el género o el tema, los patrones son similares y el estilo, fácilmente reconocible. Desde Barton Flink a Un tipo serio, pasando por El gran Lebowski y ahora A propósito de Llewyn Davis. Humor ácido, trascendente fotografía, papel relevante de los personajes secundarios, gran trabajo en el apartado musical  y un mismo patrón a la hora de elaborar sus películas: una potente escena inicial a partir de la cual crean el resto del relato. El resultado final es una auténtica incógnita. Su talento creativo y la deriva que vaya tomando la cinta,  hacen el resto.


En este caso, Llewyn Davis, interpretado por un sorprendente Oscar Isaac (AgoraDrive) encarna a un desdichado cantante de folk en busca de una oportunidad en bares y clubes del Greenwich Village neoyorkino, siempre con la negativa como respuesta; con ganas y talento, pero sin suerte. Su incesante perseverancia, convertida por momentos en obstinación, y la absoluta convicción en su talento le llevan a conseguir una audiencia en la legendaria Gate of Horn de Chicago, donde le recibirá Bud Grossman (manager de, entre otros, Bob Dylan y Janis Joplin). Pero en este retrato del fracasado- y de la concepción de la música como autenticidad y no como éxito- la música funciona, en realidad, como  excusa con la que vehicular un filme en el que lo verdaderamente importante es homenajear una época, donde lo relevante  es ese viaje hacia ninguna parte que emprende un hombre del montón, un antihéroe de barrio que bien podría ser cualquiera de nosotros.  Un homenaje a todos aquellos que allanaron el camino a los que venían detrás pero que no se colgaron medallas ni perdurarán en el imaginario colectivo. La estructura, circular- de nuevo, como ya ocurriera en Oh!Brother, con constantes referencias a La Odisea-, el ritmo pausado y una maravillosa fotografía a cargo de Bruno Delbonnel, conforman una película con grandes rasgos identificables del estilo Coen. Nueva York funciona como anexo, como un personaje más de la trama, fácilmente identificable por el espectador, característico también de su cine. Y, como no podía ser de otra forma, un humor ácido y mordaz que muda a negro habitualmente. Una película más de los hermanos de Minnesota, lo que en su caso dista mucho de ser peyorativo. Como repite a modo de muletilla Davis “Si no es nueva y no envejece nunca, es una canción Folk”. O una película de los Coen, cabría añadir.



Carlos Rico Hernández-Claveríe


1 comentario:

  1. Has conseguido un final de crítica muy brillante, Carlos. Veo que eres el único que ha trabajado durante este paréntesis navideño y aprovecho, pues, para darte las gracias al tiempo que tiro simbólicamente de las orejas al resto de tus compañeros, que se han apalancado un poco. Sólo hay una cosa que me chirría en tu crítica y es la expresión "fotografía trascendente", que no acabo de encontrar afortunada. Por otro lado, hablar de biopic y del referente de Van Ronk es un poco delicado porque todo puede no ser más que una falsa pista, como tantas otras veces en la filmografía de los Coen.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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