jueves, 30 de enero de 2014



Cuestión de sensibilidad

La gran belleza (La grande bellezza). Año: 2013. Duración: 142 min. País: Italia. Director: Paolo Sorrentino. Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello. Reparto: Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Serena Grandi, Isabella Ferrari, Giulia Di Quilio, Luca Marinelli, Giorgio Pasotti, Massimo Popolizio. Productora: Coproducción Italia-Francia; Indigo Film / Medusa Film / Mediaset / Pathé / France 2 Cinéma / Babe Film / Canal+




Existen cineastas creadores de un cine muy personal, con una voz y un estilo propios que los hace inimitables. Basta ver unas pocas imágenes de cualquiera de sus películas para identificarlos. El director italiano Paolo Sorrentino, con tan sólo 6 películas en su haber, es un claro ejemplo de autoría en el cine. Un cine que se aleja de lo convencional para acercarse a lo insólito. Desde las peculiares historias que narra, los excéntricos y cínicos personajes que nos muestra, hasta la forma de plasmarlo en imágenes a través de un estilo barroco e histriónico que se mueve entre lo trascendente y lo satírico. 

Desde la reflexión sobre el éxito fácil en la Italia de bonanza de los '80 de "L'uomo in più" (2001), pasando por el existencialismo poético de la inclasificable "Las consecuencias del amor" (2004), la felliniana "El amigo de la familia" (2006) o el brillante y espeluznante retrato de Giulio Andreotti de "Il divo" (2008), hasta llegar a la película que nos ocupa, "La gran belleza" (2013), Sorrentino nos plantea tragicomedias matizadas por una fina capa de poesía, tristeza y melancolía que componen un puzzle irónico y mordiente sobre la Italia contemporánea. Una única película no transcurre en Italia, "Un lugar donde quedarse" (2011), excéntrica mezcla de tragicomedia y road movie que se mueve entre Irlanda y la América profunda para entrelazar el Holocausto con la historia de un peculiar rockero retirado. Sorrentino en estado puro.

"La Gran Belleza", arranca con una de las mejores fiestas que se hayan rodado en el cine. En un impresionante ático junto al Coliseo de Roma, contemplamos hipnotizados una psicodélica fiesta de cumpleaños habitada por una especie de parada de los monstruos, una celebración de la vulgaridad berlusconiana. De pronto, la cámara se detiene y nos presenta al protagonista. Es Jep Gambardella, en la celebración de su 65 cumpleaños, periodista de profesión, un dandi a la antigua usanza entregado a los placeres de la vida pero dominado por la decepción y la melancolía ante el mundo que le rodea. A partir de ese momento, pasaremos a contemplar el viaje de este "rey de los mundanos" por el verano de Roma a través de fastuosos palacios y villas, y sus vacuas relaciones con nobles decadentes, patéticos burgueses o artistas e intelectuales desnortados.

Es la historia de un hombre, Jep Gambardella, como él mismo se define, destinado a la sensibilidad, destinado a convertirse en escritor. En su juventud escribió una única novela y no volvió a escribir. También en un momento mágico, descubrió la pureza del amor. Y esas dos reminiscencias de juventud que dieron sentido a su vida y revive en soledad, le acompañan ahora de forma melancólica. Para darle vida, un inmenso Toni Servillo que, junto con su memorable creación de Giulio Andreotti en "Il Divo" (2008), hace el papel de su vida. Pero la película también es la historia de una ciudad, Roma, desde su esplendor a su decadencia y superficialidad. 

Excesiva, provocadora, lúcida, un aroma felliniano de magia y fantasía, con la inevitable referencia de "La dolce vita" (1960), recorre la película. Y así, navega en una dicotomía constante entre la vida y la muerte, la belleza y la decadencia, el placer y el dolor. Y la conclusión de que en un mundo cada vez más vulgar y mediocre, el sentimiento, la emoción están sepultadas por el ruido, y por consiguiente, la decepción y resignación que lleva consigo la búsqueda de la pureza, de la gran belleza. A cambio, Sorrentino nos ofrece el placer de contemplar imágenes fascinantes a través de un majestuoso terremoto estético que impregna toda la película. Porque los demacrados, caprichosos destellos de belleza están ahí. Es cuestión de descubrirlos. Es cuestión de sensibilidad.

Sergio Zamora Sainz-Ezquerra


1 comentario:

  1. Has hecho un perfecto resumen del estilo sorrentiniano. Me ha gustado mucho el repaso a su filmografía, aunque yo no veo tan felliniana "L'amico di famiglia". "La gran belleza" me parece una película brillante y enérgica, pero lo que me molesta de ella es ese permanente pulso que quiere mantener con "La dolce vita": no es tanto un homenaje, como la pretensión de librar un pulso con el maestro, creo.
    Curiosamente, en muchas críticas he visto el mismo error: la fiesta del comienzo no ocurre en el ático de Jep Gambardella, sino en una discoteca. El ático de Gambardella es precioso, pero no es tan grande, caramba.
    Cuando hablas del personaje de Jep creo que adoptas una mirada demasiado amable: hablas de la melancolía y la sensibilidad (que, por supuesto, están ahí), pero creo que olvidas mencionar el cinismo, que es el elemento que hace que el personaje resulte tantas veces antipático. De todas maneras, has escrito una muy buena crítica sobre "La gran belleza".

    un abrazo,

    Jordi Costa

    ResponderEliminar