domingo, 19 de enero de 2014

El amor es para todos*


Título: Nymphomaniac (Volumen 1) Año: 2013. Duración: 122 min. País: Dinamarca Género: Drama, Erótico Dirección: Lars Von Trier Guión: Lars Von Trier Fotografía: Manuel Alberto Claro Reparto: Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgard, Stacy Martin, Shia LaBeouf, Connie Nielsen, Christian Slater, Nicolas Bro, Jesper Christensen, Uma Thurman.

Aquella frase de Frank Zappa que rezaba "Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura" bien podría ser aplicada al sexo. Además de practicarlo, no se debería hacer nada más con él: pues escribir sobre sexo, discutir sobre sexo, dibujar, componer una canción o dirigir una película sobre sexo resultaría, en la mayoría de los casos, un desesperante ejercicio de futilidad.

Es por este razonamiento que aquél que haya visto en Nymphomaniac una película sobre sexo podría pensar (y sería lógico si lo hiciese), que se trata un vacío ejemplo de provocación, el enésimo de Lars Von Trier. Pero Nymphomaniac no habla sobre sexo: habla sobre la adicción al sexo. Y este ya es otro baile. O varios.

Continuando con la metáfora de la danza, resulta maravillosa la forma en la que se comportan todos los bailarines de la fiesta, pero es especialmente brillante la conversación que mantienen Seligman (Stellan Skarsgard) y Joe (Charlotte Gainsbourg), que además de ejercer como mástil para todo el viaje cronológico de la historia de la muchacha, actúa como un desesperado intento por parte del canoso anfitrión de racionalizar y justificar los actos de la joven adicta.

A través de Seligman, Von Trier intenta en primer lugar reducir las perversiones de Joe a un juego, a una inocente forma de entretenimiento, a un deporte. Los primeros hallazgos de la sexualidad, los juegos, la búsqueda de información en enciclopédicos textos científicos y finalmente, la rebeldía adolescente, se equiparan a la inofensiva práctica de la pesca y se refuerzan con la simbología de los cuentos del padre o de la bolsa de chocolates. 



Sin embargo, al crecer las perversiones y obligar a abandonar este enfoque, Von Trier sube la apuesta y pretende elevar esta adicción a la categoría de arte; juntarla con divinas proporciones matemáticas (número de fibonacci), emparentarla con elevadas expresiones culturales (Bach), o equiparar sus síntomas a otros males sufridos por genios también atormentados (Poe). Todo apunta a que este intento, el de canonizar la adicción, se derrumbará en la segunda parte cuando las perturbaciones de Joe alcancen un grado de controversia insalvable, y será entonces cuando veamos si Von Trier vuelve a apostar por defender a sus demonios, o como hizo con la depresión de Kirnsten Dunst en Melancolía, los envía a algún tipo de inevitable destrucción.

No podían faltar, en la que es una situación con claras alusiones al psicoanálisis y al estudio de la mente humana, los progenitores de la criatura. Concretamente la figura del padre, un conmovedor Christian Slater que brinda el episodio más emotivo (si no el único) y a su vez desagradable de esta primera parte. La impensable reacción de su hija frente a sus dolores y a su destino final parece una forma de demostrar a la única persona que siempre confió en ella y la vio como un ser humano maravilloso, que en realidad, se equivocaba.

*Un dato para terminar la crítica y justificar el que podría parecer otro capricho de Lars Von Trier, cuyas siempre esperadas llamadas de atención no hacen sino distorsionar un mensaje que ya es por sí solo valioso y transgresor: la canción que suena al comienzo y al final de Nymphomaniac es Führe Mich, del grupo alemán Rammstein. El disco que la contiene se titula, Liebe ist für alle da. Como poco resulta adecuado hacia la cinta que el título de la canción quiera decir "guíame" y de la misma forma es al menos irónico que el disco se traduzca como "el amor es para todos".

Santiago Alverú


3 comentarios:

  1. Muy buen texto, pero verás cómo, en efecto, el Volumen 2 matiza y altera mucho las cosas. Creo, no obstante, que la película no "trata" sobre la adicción al sexo, sino que el tema de la ninfomanía es sólo un marco genérico para un discurso de alcance más amplio que yo, vistas las tres partes, veo casi como una especie de confesión/autorretrato del propio Lars Von Trier.
    Y te agradezco que aportes el dato sobre Rammstein, que es bastante iluminador.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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  2. Perdón, he escrito "vistas las tres pares", pero me refería, por supuesto, a "vistas las dos partes". Disculpas.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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  3. Gracias Jordi por la corrección. Me imaginaba la necesidad de una visión en conjunto de ambas partes, ojalá tenga ocasión de ver la segunda parte dentro de poco y tal vez añadir un comentario a esta misma entrada.

    Un abrazo,

    Santiago

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