miércoles, 14 de mayo de 2014

Eso que llamamos vivir


Frances Ha

Título original: Frances Ha Año: 2012. Duración: 86 min. País: Estados Unidos. Director: Noah Baumbach. Guión: Noah Baumbach, Greta Gerwig Fotografía: Sam Levy (B&W) Reparto: Greta Gerwig, Mickey Sumner, Adam Driver, Michael Esper, Grace Gummer,Charlotte d'Amboise, Michael Zegen, Patrick Heusinger, Justine Lupe.

El impredecible capricho de la distribución ha querido que dos películas de temática similar y rodadas en blanco y negro hayan coincidido en cartelera en nuestro país: la americana Frances Ha y la alemana Oh Boy. La primera, dirigida por Noah Baumbach; la segunda, por Jan Ole Gerster. Ambas, hablan del difícil proceso de hacerse mayor. Dos retratos generacionales, especialmente el segundo por estar localizada en una reconocible ciudad como Nueva York, que guardan estrecha relación con el cine de Woody Allen.

Hay, no obstante, más similitudes entre Oh Boy aparte del tono cromático. Ese retrato de la juventud, de la duda existencial, los miedos, los temores y las inseguridades, las preocupaciones y el desconsuelo por dar ese salto al vacío que parece la vida adulta, esa incapacidad de adaptación planea a lo largo de las dos películas. Es más, los protagonistas de ambas películas se complementan, encajan y hasta podrían gustarse. Ambos afrontarán, con mayor o menor atino, la crisis existencial que supone para ellos, como para muchos, madurar, convertirse en adulto, dejar de ser joven.

Noah Baumbach compone en este caso su obra más madura y certera hasta la fecha. Más ácida y sarcástica en la escritura, Frances Ha es más próxima, tierna y emotiva que Una historia de Brooklyn y Greenberg, y acaba siendo una auténtica declaración de intenciones hacia su musa, coguionista, protagonista y pareja, Greta Gerwig, a la que entrega un papel hecho a medida. Frances, desnortada e ingenua, busca con vehemencia su sitio en el mundo, y soporta con asombrosa entereza y envidiable valor los palos que le da la vida, de los cuales consigue recomponerse con un fortalecido optimismo. No cae en la autocompasión ni en la deriva que pudieran causarle las decepciones y los batacazos de la vida. Está aprendiendo a vivir pero da la sensación de que es algo que ya conoce desde hace tiempo. Y ese proceso de maduración y de aprender lo que es la vida acaba convirtiéndose en un agradable y preciosista retrato  generacional que también aparece en Oh Boy.

Es este de forma deliberada o no, pero en cualquier caso evidente, un homenaje al cine de la Nouvelle Vague, y es también un tributo al cine del Woody Allen de los años 80. Empezando por la elección de Nueva York como ciudad universalmente reconocible y admirable, por el tratamiento del color y de la música magistral Georges Deleure y por la aparente facilidad del realizador neoyorkino para transmitir y crear emociones. De la dirección, lo más destacable es la afortunada capacidad de Noah Baumbach para cortar el plano en el momento oportuno, consiguiendo así transmitir exactamente lo que busca en todo momento los miedos y las inseguridades de Frances sin caer en un excesivo dramatismo. Una radiografía optimista, pese a todo, de esa etapa de indeterminación e inseguridad que es hacerse mayor. Un recorrido por las desdichas de una joven que busca incansablemente su sitio en el mundo, sus aciertos y sus errores, sus fracasos y sus éxitos que determinarán quién será en el futuro. Una carrera de obstáculos, de constante aprendizaje, de caer y levantarse, de, en definitiva, todo eso a lo que llaman  (sobre)vivir. 


Carlos Rico Hernández-Claveríe

1 comentario:

  1. Aún no he podido ver esta película y eso que me gusta mucho el cine de Noah Baumbach. No puedo discutirte, por tanto, los referentes que presentas, pero tu texto me transmite una idea clara de la película y me queda la impresión de que ahondas tanto en las maneras y el estilo de la película como en su sentido último.

    un abrazo,

    jordi

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