jueves, 12 de diciembre de 2013

Un incómodo dilema

De tal padre, tal hijo 


Título original:Like father. Like son Año: 2013. Duración: 120 min. País: Japón Género: Drama DirecciónHirokazu Koreeda Guión:Hirokazu Koreeda Fotografía:Mikiya Takimoto RepartoMasaharu FukuyamaYôko MakiJun KunimuraMachiko OnoLily Franky.


Recientemente se estrenó Una familia de Tokio, remake de Cuentos de Tokio (Yasujiro Ozu, 1953). El cine del maestro japonés se caracteriza por su delicadeza y su sobriedad, donde lo cotidiano se convierte en extraordinario, y lo artificioso, en innecesario. Sus planos, largos y fijos, sobrios y complejos, muchos de ellos cercanos al suelo, solo incluyen lo necesario, destilando lirismo. Hay mucho de Ozu en la nueva cinta de Kore-eda, De tal padre tal hijo, no tanto por el estilo que también como por la capacidad para contar las particularidades y los entresijos del ser humano, prestando especial atención a la familia y a las relaciones paterno-filiales. En esta nueva entrega, como ya ocurriera en Kiseki o Still Walking, los niños vuelven a ser el eje central, el vórtice sobre el que gira la trama. Pero en este caso los hijos funcionan como detonante de la acción, como motor y motivo central de la película. Ellos son los principales protagonistas y los mayores perjudicados de un drama del que forman parte sin culpa alguna.

Kore-eda plantea un incómodo dilema de muy difícil solución: la familia de Keita, un niño de 6 años, es informada de que por error entregaron a su hijo a otra familia tras el parto y que el que han criado no comparte sus mismos genes. Otra familia tiene a su hijo y ellos el de ésta. Han educado a un niño en unos años irrecuperables, cruciales y determinantes. También, claro, la otra familia. ¿Qué hacer entonces?, ¿qué decisión tomar?, ¿prevalece la genética sobre los lazos de cariño, las costumbres adoptadas, la convivencia y, en definitiva, el amor creado durante más de un lustro?, ¿tiene el niño, siendo el principal afectado, algo que decir en todo esto?, ¿qué se impone en última instancia, el deseo de los padres y el niño o la resolución del juez? Este es el examen de conciencia al que somete el realizador japonés al espectador. Un examen de difícil solución, sin certezas ni verdades absolutas, recogido de manera magistral por la cámara de un Kore-Eda fiel a su estilo. 


Pese a la crudeza del relato, y de su profundidad en el tratamiento, no hay lugar para el melodrama ni las ñoñerías. Sí lo hay, sorprendentemente, para el humor y la ironía, aligerando de esta forma el filme sin restarle transcendencia. También hay sitio para la crítica social, como el conflicto de clases, la extenuante educación japonesa o la desmedida ambición familiar por la competitividad de sus hijos. La cinta adolece, sin embargo, de algunos vicios. Entre ellos, el uso reiterativo del tópico: desde el padre opresor, adinerado e infeliz que no tiene tiempo para estar con su hijo hasta la familia de clase baja pero feliz, asociado a la manida idea de que el dinero no da la felicidad. Estos detalles no consiguen sin embargo ensombrecer esta deliciosa película que consolida el estilo de un Kore-eda que asombra como pocos a la hora de retratar verdaderos dramas humanos, en el que nada es impostado y todo parece veraz. Un estilo muy personal que le valió el Premio del Jurado en Cannes.  

Spielberg, parte del jurado, se apresuró a adquirir los derechos de un filme que, igual que los planos que lo componen, irradia elegancia, sobriedad y equilibrio. Delicadeza en estado puro. Cine sin edulcorantes.



Carlos Rico Hernández-Claveríe

1 comentario:

  1. Ninguna objeción para esta estupenda lectura de la película. Creo que a ti te gusta bastante más que a mí, pero has hecho u gran texto. Lo que yo le reprocho a la película es que escoja centrar ese dilema en uno solo de sus personajes -el padre acomodado-, restando muchas posibilidades al punto de partida.

    un abrazo,

    Jordi Costa

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